La Presencia de "Hemingway" en la "Cultura Cubana"

Ernest Hemingway fue uno de los escritores más grandes de la cultura universal, creador de obras que trascienden al mundo, pacifista por excelencia. .

Escogió para una de sus obras maestras su admiración por el pueblo de Cuba; así transcurrió su vida enriquecedora con los pescadores de Cojímar, diríamos que es ruta innegable y obligada el daiquirí en el Floridita, el meditar y departir en la Terraza de Cojímar, el revivir su ambiente hogareño envuelto en el “Monte Cubano” allá en la finca "La Vigía".

Papa, como cariñosamente se le conoció, durante 20 años se insertó, en la vida cultural del pueblo Cubano: hablamos de un Hemingway en la ciudad, el del Floridita, Ambos Mundo, la Bodeguita. Ese mismo que tomó la fuerza del mar y del pueblo de Cojímar y los llevó a su novela El Viejo y el Mar.  Al preguntarle un periodista en la ceremonia de entrega del premio Nóbel, sobre el pueblo de Cojímar expresó textualmente:
“Es más o menos mi pueblo”.

Hemingway no es un turista más sino el Cubano que se quedó para siempre...

Es innegable la presencia de Ernest Hemingway en la cultura cubana, y ello lo demuestra la siguiente valoración de Gabriel García Márquez:

“Hemingway había estado dentro del alma de Cuba mucho más de lo que suponían los cubanos de su tiempo... muy pocos escritores han dejado tantas huellas digitales que delaten su paso por tantos sitios menos pensado en la isla de Cuba”.

 El propio Ernest Hemingway expresó en más de una ocasión:

    “Amo este país y me siento como en casa; y donde un hombre se siente como en casa, aparte del lugar donde nació, ese es el sitio a que estaba destinado”.

Otras palabras reveladoras de su cariño por esta tierra y lo que significó Cuba para él lo son: “Yo siempre tuve buena suerte escribiendo en Cuba”.

Aquí dio forma y escribió importantes crónicas y novelas, por ejemplo: “Por quién doblas las Campanas”, “París es una fiesta”, “Nadie muere nunca", "El gran río azul", "Hombres en guerras", "Tener y no tener" y "El Viejo y el Mar".

En Cuba Hemingway descubrió el aguacate, la piña y el mango, de estas frutas escribió en un artículo titulado “Agujas lejos del Morro: una carta cubana”, publicada en la revista Esquire, en el otoño de 1933.

Cuba significó para él vitalidad, energía, amistad, un refugio acompañado porque nunca estuvo solo, siempre su mesa estaba lista para los invitados.

Por ser Cuba una nación transculturada encontró la síntesis en esta tierra de todo lo vivido en España, África, Francia e Italia. Todo ese mundo extrapolado acá, al trópico, con un nuevo sabor: el cubano.

Otro elemento que denota la preferencia de Hemingway por la gastronomía cubana es la presencia “del hijo alegre de la caña de azúcar”, nuestro ron, que le permitió utilizarlo en cocteles que se han hecho universales como su Daiquirí Especial en "El Floridita" y su Mojito en "La Bodeguita". El barman Constance Rivalaigua fue uno de sus mejores amigos, existió una alquimia entre ambos, lo que fomentó una gran amistad. Al morir su amigo de la coctelería expresó  después de participar en su entierro: “ Ha muerto el maestro de los cantineros”.

En su obra literaria "Islas en el Golfo" quedó inmortalizado este Daiquirí, en la que se narra lo siguiente: “Hudson estaba bebiendo Daiquirí helado, y al levantarse, pesado y con la copa bordeada de escarcha, miró la parte clara debajo de la cima frappé y le recordó el mar. La parte frappé era como la estela del barco, y la parte clara, como se veía el agua cuando la cortaba la proa, navegando en aguas poco profundas, sobre fondo arenoso. Era casi el color exacto”.

También Martínez el dueño de La Bodeguita expresa que este “cubano sato” como él se decía inmortalizó el mojito en su restaurante y su presencia en La Bodeguita, junto con sus amigos, evidencia el aprecio del escritor por la comida cubana; y que fue en este lugar donde él prefirió ser homenajeado al recibir el Premio Nóbel porque sus amigos pescadores podían compartir con él y no así en los clubes de la burguesía donde también fue invitado pero sus compañeros de pesca no.

El obsequiar la medalla que acredita su Premio Nóbel a la Patrona de Cuba es una muestra más de su identificación con nuestro pueblo y en especial con el de Cojímar del que se consideró ciudadano.

En su diario de combate durante la Segunda Guerra Mundial, combina magistralmente con una plasticidad enorme el cuadro devastador del Holocausto con su añoranza por Cuba y su evocación lírica sobre el entorno cubano, la tranquilidad y la seguridad que encontrara en esta tierra, en su refugio, donde él realmente puede escribir y pescar con su gente de Cojímar.  
   
En este mismo diario describe los cocteles que él se preparaba y que pasaron a formar parte de la coctelería cubana: “... Sólo me preparo un trago, Papa. ¿Te gusta el scotch con soda y sin hielo? Muy rico, también el whisky y soda para ponerlo amargo... “.

     Uno de los estudiosos de Hemingway afirma:

      ”En un artista de su trascendencia, que ha sido calificado como el creador de “el único estilo intrínseco de este siglo”, es más que significativo. Más aún que su gusto por los del mango o por las refriegas de gallos. EL HOMBRE FUE GANADO PARA NOSOTROS. Tuvo amigos aquí, tomó las bebidas nuestras e hizo un empleo bueno del material cubano en la literatura. ¿Qué otra cosa puede pedir un escritor, que un lugar para escribir, y personajes, anécdotas y escenarios a mano? Vivió en Cuba le resultaba hermosa, muchos dicen que barato también... PERO NO VIVIA EN NINGUNA OTRA PARTE...“

      Es ese mismo Hemingway, él que decidió la vida, su vida junto a Cuba, a nuestros encantos, a esta tierra hermosa y desdichada, antes del triunfo revolucionario. Ese mismo Hemingway que besa la bandera cubana cuando triunfa la Revolución, y cuando los periodistas quieren que repita el gesto para tomar la foto, él dice que no es un actor, su gesto fue sincero, es cierto que no hizo falta una foto porque el suceso ha quedado para siempre en la memoria histórica del pueblo, que es más importante.

      No por gusto cuando ciertos periodistas le preguntan a nuestro Líder Fidel sobre Ernest Hemigway él expresó:

    “De los autores norteamericanos, Hemingway es uno de mis favoritos... Conocía sus obras antes de la Revolución... leí Por quién doblan las campanas, cuando era estudiante... Hemigway hablaba de la retaguardia de un grupo guerrillero que luchaba contra un ejército convencional...Esa novela fue una de las obras que me ayudó a elaborar tácticas para luchar contra el ejército de Batista”.

     Los torneos de pesca son un acontecimiento importante que evocan la presencia de Hemingway en la cultura cubana, hoy día se continúan celebrando. El más importante de ellos fue el del año 1960, que pasó a la historia de Cuba:

     Fidel, en el yate El Cristal, acompañado del Che, su entrañable compañero de lucha, y Hemigway de Gregorio su fiel Escudero, participaron en el torneo de pesca de la aguja en el que Fidel salió victorioso y el escritor también porque pudo compartir con el Héroe de la Revolución cubana, un Santiago vivo para su inmortal novela. 

Todos estos elementos que sobre la figura de Hemingway hemos presentado lo insertan dentro de la actividad turística, pero con otras modalidades, es Hemingway en si, un atractivo turístico y ya que Cuba lo ha ganado por su residencia permanente, por lo que significó, por lo que nos legó un verdadero patrimonio de riquezas tangibles e intangibles. Sus pasos al igual que los de Gregorio no están perdidos, Hemigway es historia, es arte y en su arte reflejó a Cuba. En este país su vida social fue extensa, rodeada de amigos con los que compartió en la ciudad, en el Floridita, en el Hotel Ambos Mundos, en La Bodeguita, en el Gimnasio de Belascoaín donde practicó pelota vasca; y su estancia permanente en Cojímar; su residencia oficial en Finca Vigía y sus inolvidables amigos Constante, Carlos Gutiérrez y su compañero inseparable Gregorio Fuentes. Amistad que perdurará como una imagen Quijotesca.

Hemigway pasó gran parte de su tiempo en Cojímar, donde compartió con pescadores y amigos en el Bar del Curro y en La Terraza, contempló frente al mar azul intenso, departió en la Leonera con los pescadores y obsequió lo pescado por él a éstos, allí fue el creador de los Torneos de Pesca de la Aguja y participó en estos, visitaba a la familia de Gregorio Fuentes como alguien más de la casa, de allí salía a pescar por el litoral norte desde aquí hasta Cabaña, Mariel junto a Gregorio, le sirvió de inspiración en la vida de los pescadores de Cojímar y la reflejó en su obra El Viejo y el mar: un poco de Anselmo un poco de Gregorio, así surgió Santiago; podemos decir que se sintió ciudadano de Cojímar y la añoró siempre