“COMPAY SEGUNDO”, TU SON ENTERO

Muchos se preguntarán qué ha ocurrido con la música tradicional cubana en los años 90. No ha sido un despegue musical, mas bien debíamos hablar del reencuentro con las raíces soneras, que empolvadas habían quedado en el mercado discográfico internacional.

Pero “Lo bueno no pasa” afirma un programa televisivo cubano y en los ‘últimos diez años, expedito se ha impuesto un “son armónico”, sobre la guitarra y el tres. Esto se debió al enfrascado trabajo que por muchos años ha desarrollado el bien llamado “El Embajador de la Música Cubana”: Compay Segundo.

Piel cobriza, sombrero protector, sonrisa abierta es característica de un hombre de pueblo al cual lo distingue cierta elegancia europea. Ese que hizo retumbar los teatros neoyorquinos, franceses y españoles, con su “Chan Chan” y otros temas, que grabo en el filme “Buena Vista Social Club.

SANTIAGUERO DE CUNA

En Siboney, esa ciudad santiaguera donde los trinos de las aves de paso pueblan el silencio y levantan las canturías del amanecer, fue donde “Compay Segundo” (1907-2005) conoció a Sindo Garay. Para entonces Francisco Repilado solo contaba con 8 años de edad, y nadie había leído su mano para vaticinar que Compay Segundo se erigiría como su nombre artístico nacional e internacionalmente indican su inscripción en la historia de las mas genuinas representaciones de eso que solemos identificar como cubanía.

Su madre, una ciudadana más de aquella ciudad caliente y asediada de luz, atendió a un hombre que llego a su puerta pidiendo permiso para lavarse las manos. Era Sindo Garay, (nombre imprescindible en la historia de la música cubana). Ya para entonces Sindo era un músico por excelencia.

Y con esa hospitalidad cubana, - sin limites si andamos por Santiago -, la mamá de Compay además de permitirle lavarse las manos, lo invita a tomar un “buchito” de café. No podía perderse la ocasión y Manuna - que así solían nombrar a la madre de Compay- le pidió que tocara alguna pieza. Así fue como por primera vez Compay escucho los compases de las cuerdas de la guitarra.

Esas sonoridades entraron por su lado izquierdo del cerebro y ya con 10 años, Francisco Repilado manejaba con soltura y armonía el Tres, ese instrumento de cuerdas que Roberto, su hermano mayor había llevado a su casa. Todos comenzaron a dar clase de música, hasta Felipa su única hermana hembra, que aún vive en Santiago.

Era un asombro para su vecina, quien fuese su primera profesora de música, - el acompañamiento que Compay con la guitarra, - entonces solo Francisco- lograba hacerle cuando ella tocaba el violín. El oído fino de este hombre que percibía la buena música, estaba listo para recibir las más difíciles clases de Solfeo. Un día su profesora le dio a elegir un instrumento y él prefirió el clarinete.

Esta etapa fue muy importante en su formación artística, ya que en 1929, cuando tenia 22 años se iniciaba como discípulo en la Banda Municipal de Santiago de Cuba tocando con el clarinete el Himno Nacional en el Capitolio. En esta fecha inauguraron la carretera central, que había hecho el ingeniero Menocal, en el gobierno de Machado; La Banda a la que pertenecía se presentaba en un Concurso de Banda Nacional, donde la pieza a tocar era obligada: “OBERON”, y con talento y maestría demostraron una calidad increíble que les hizo ganar el primer premio, acontecimiento que trajo consigo un desfile maravilloso por el Prado de La Habana.

Mientras hablábamos en la sala de su casa de Centro Habana, traía los recuerdos como racimos de frutas del Siboney. “Toque el tres, la guitarra y hasta construí un armónico, un instrumento que he sabido tocar y que quisiera dejar en el aprendizaje de los jóvenes, para cuando muera no quede en el olvido”. Cuenta que los ensayos en casa de Ñico Saquito, quien fuera su vecino, fueron perfeccionando tanto su clarinete, que éste le propuso ingresar en el Cuarteto “Cuba Star”, que ya se había convertido en un Quinteto, así se fue quedando en La Habana y fue recorriendo las provincias con el conjunto; Ñico Saquito, le pidió que no regresara a Santiago, ya que era Guitarra prima y le iban a buscar y no fue en vano su estancia en la Capital, debido a que las propuestas fueron llegando como lluvia de Mayo.

La composición en Francisco Repilado, ha sido un plato fuerte, en cualquier parte del mundo. Ha sabido atrapar su musa; se inspira desde la Loma de Alto Cedro, hasta en las Avenidas europeas más frías. “El Toro”, fue una guaracha realizada en Madrid, así como en Vigo compuso “El Malecón de la Gozadera”. Pero su plataforma cubana, tiene preferencia demostrada en los Estudios de Grabación “Ojalá” que abrió sus puertas a una de sus nuevas creaciones, un disco hecho con estilo, donde Silvio Rodríguez lo acompañó con el tema “Fidelidad”, un antológico bolero que forma parte de su repertorio; este CD fue hecho por la firma inglesa World Circuit, la misma que grabo el “Buena Vista Social Club”, ganador del Premio Granmy ese año; además participan en el Disco Pío Leyva en el Son “La Ternera”, Carlos Ruiz de la Tejera quien recita unos versos de Lorca a los cuales Compay les pone música y voz a “Son de negros en Cuba”, poema escrito por el poeta Andaluz cuando visitara nuestro país; otros presentes son Félix Valoy, en él numero “Desdichado”, que es un homenaje al Benny Moré y Basilio hijo de Repilado (Linda Graciela), quien trabaja como bibliotecario.

Pero el misterio de Compay no solo se encuentra en su música. También esta en sus manos; durante la entrevista que se animaba descubrí cierto movimiento mágico cuando gesticulaba, dándome detalles de sus recuerdos como torcedor de tabaco, en la fabrica H’Upman donde compartió dieciocho año de servicios con la música, la pintura y hasta peluquero, otro oficio que cuenta en el retiro de este agente de la música cubana; temas que lo hacían encontrarse consigo mismo. En las artes asociadas a sus manos: torcer tabaco, tocar la guitarra, pelar y pintar.

Ese bregar tabaquero, ese desandar por el lomerío, esa paternidad fecunda de cinco hijos le han aportado una sabiduría intuitiva, reflexiva y conceptual de la vida.

Confiesa que nada nueva desea conocer, aunque no lo dice desde una postura autosuficiente pues reflexiona que le faltan cosas por aprender. Pero su vida no se detiene en nuevos aprendizajes, atrapa el mundo como un adolescente, como quien aún esta empezando a vivir.

DE AYER Y DE HOY

Tanto para el mundo, como para Francisco Repilado y su familia su éxito no queda en la memoria; no es un Pablo Quevedo, quien él adoraba y admiraba, pero la enfermedad no le dejo disfrutar la llegada del Disco; Compay llega y queda en los diferentes Discos, que desde “Los Compadres” diferentes Disqueras han grabado.

Mucho antes de formar este dúo, Compay Segundo integro un grupo de estrellas, llamado: “Hatuey”: Marcelino Guerra, Justa García, Evelio Machín y Armando Dulfo, los integrantes de éste cuarteto, que en 1938 viaja a México, allí el contrato fue tan exitoso que la estancia de tres meses se prolongo a seis, debido a que la filmación de dos películas “Tierra Brava” y “México lindo”, se convirtieron en parte del plan de gira musical.

El dúo “Los Compadres” también incursiona en la película “Cuba, Canta y Baila”, pero su fama no sólo se basaba en esto, las grabaciones Disqueras de todos los meses los llevo a un pedestal musical.

Un nuevo formato musical, formado por él, estableció nuevos contratos internacionales. Al regreso de la última gira, vuelve a Santiago de Cuba y sé reúne nuevamente con su familia; pero las vacaciones, no eran tal; “El Cuarteto Patria, que aunque prestigioso, no pudo aguantar la tentación de contar con la presencia de Compay en el Evento Internacional, que se celebraría en Nueva York Emy Soniac. Las giras con el cuarteto fueron numerosas, pero no por esto abandono su última propuesta musical de “Compay Segundo y su grupo”, la cual mantiene con mucho orgullo y éxito, llevando por el mundo eso que se ha establecido en el debate filosófico cultural del ámbito nacional como: “LO CUBANO”.

Y visto desde la música es esa mezcla o mestizaje, ese ambiente luz y color, esa salsa o son que levanto Nicolás Guillen hasta la poesía y que Compay Segundo lo elevó a la música haciendo salir de su armónico una sonoridad suave, que es el pulso de la Isla.

Compay Segundo es hoy un importante eslabón de una cadena de gestores de ritmos cubanos, su eterna juventud ha sido un secreto, ha dedicado sus felices años a amar la vida y a la música.